
Y aquí tenemos otro de mis cuadros inconclusos, mi hombre elefante. Cuando lo conocí tenía la mirada triste y el aliento putrefacto. Era educado y me resultó sorprendente que me dijera que hablaba un perfecto húngaro. Le pregunté si era de allí o si tenía familia húngara o si por motivos de trabajo había pasado una larga temporada en Budapest: me contestó a todo que no. Simplemente quería convertirse en el primer hombre elefante en hablar magiar. Me pareció estupendo. No lo volví a ver y su retrato aun está a medias, pero ojalá vuelva a tropezarme con él.
2 comentarios:
Me gusta mucho!!! No conocía la versión previa.
Besos
Pues por fin he visto tu nuevo blog. Nada que ver con el anterior.
Los dibujos magníficos, ya sabes de lo que pienso de tu faceta de dibujante.
Pero esas viñetas tuyas... Las echo de menos (muy buena la de los pingüinos. Pura esencia Roge).
Publicar un comentario